Hola,
¡¡¡bienvenidas!!! Comencé hablando de la necesidad de ejercer la disciplina en
cada una de nosotras, sin ella no alcanzaremos el gran logro de convertirnos en
discípulas del Señor. Le dije que le iba a enseñar a vivir de acuerdo a la
Palabra de Dios y eso es lo que este espacio pretende hacer, cambiar de
dirección en la conducta de vida.
Vivimos
en un mundo facilista, light, automático, estrepitoso y desigual, pero estamos
en el mundo pero no pertenecemos a el, así lo describe sabiamente la Biblia.
“Con Cristo estoy juntamente colgado en el madero, y vivo, no ya yo, sino vive Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo por la fe del Hijo de Dios, el cual me amó, y se entregó a sí mismo por mí.”
¿Perdón? ¿colgado en un madero?, creo que la mayoría de los
cristianos, o los que dicen serlo lo que menos hacemos es colgarnos de un madero,
nos gusta hacer lo que nos place, aún sabiendo lo que Dios dice en su Palabra.
La pregunta interior es ¿porqué?
La respuesta es simple, no hemos muerto a nuestros deseos y
pasiones, seguimos viviendo para nuestros deleites, y es demasiado sacrificio
estar colgada en un madero, para que seamos la burla de otras, para que se nos
rían en la cara porque no hacemos lo que el sistema de este mundo hace, porque
existe en nuestro interior una raíz de rebelión adánica la cual se opone a ser
obediente y obediente hasta la cruz. Hoy no es un madero como le tocó a Jesús,
pero sí es una muerte día a día de nuestro yo, crucificando bajo su voluntad
todo nuestro ser interior y exterior. Ardua tarea.
Ejemplo nos dejó el Señor Jesús que nos amó y se entregó por
nosotros, y mientras tanto… ¿cuantas veces hemos pisoteado su sangre? ¿Cuántas
veces hemos desobedecido a sabiendas? Pero claro, Dios es ese Padre que perdona
sin cesar… teología errónea. El reloj de Dios corre, los minuteros del altísimo
suenan como campanadas en su Reino, y El espera pacientemente a sus hijos que
se vuelvan a El de todo su corazón, alma y mente, cambiando su estilo de vidas
cristianas basadas “a mi manera”. Hasta que de pronto como cualquier Padre a su
hijo le dice “hasta aquí llegaste”, es hora de enderezar tus pasos”.
No siempre la disciplina es bien recibida y a veces he oído
en mi oficina pastoral personas decir,- ¿Por qué yo? si soy buena, no le hago
mal a nadie, doy todo lo que puedo… pero su corazón está lejos de El. El Padre
solo quiere tú corazón, tu obediencia.
Aún recuerdo las sabias palabras de mi pastora Susana Belart
que hoy disfruta de estar con el Señor de Señores, “hay que obedecer, sin
entender”.
La obediencia es una arma de guerra, pero el pueblo de Dios
juega con ella, toma lo que le gusta, juzga lo que no le gusta, y termina
haciendo lo que le parece, entonces tenemos un pueblo que no ha muerto para sí,
sigue estando vivo en la carne y alimentando sus pasiones desordenadas,
imitando al mundo disfrazado de vanagloria y estupideces humanas.
Dios espera de sus hijos que le obedezcan, como Jesús lo
hizo, obedeció hasta la muerte.
El no te pregunta si estas de acuerdo, El solo pide
obediencia sin límites.
Estamos atadas a cosas vanas, nuestra mente es presa de este
sistema que nos fagocita día a día quitándonos todo tipo de fuerzas y
creencias. Cada vez más se adultera sus enseñanzas de vida, y la gente va a
donde sus dulces oídos quieren oír lo
acomodado a ellos, mientras tanto la vida se les pasa.
En el primer espacio hable de Reino, Dios necesita entrenar
a su ejército pero primero debe disciplinarlo esto es discipularlo ya que ambas
palabras son sinónimos. Pero no es a tu manera, es a la manera de Dios.
La desobediencia y el orgullo van de la mano, el egoísmo
humano también hace lo suyo y estas combinaciones humanas nos desacreditan como
verdaderas discípulas del Rey.
Dios quiere darnos el Reino, pero primero hay que morir a lo terrenal.
Dice la Biblia en Colosenses 3:1-3
“Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está escondida con Cristo en Dios”.
Este pasaje dice: “porque habéis muerto”. Primero debemos morir al yo, a nuestros egoísmos y sobre todo a nuestras desobediencias para así resucitar con Cristo y entrar en el nivel de estar escondidas en El.
Con el poder de la resurrección atraeremos el Reino, los milagros, lo sobrenatural. Los perdidos oirán que hay salvación para sus almas, cuando hayamos dejado de pensar en nosotras y pensemos mas en lo que El quiere.
Amigas, busquemos las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios y ordenemos nuestros caminos, pongamos nuestros ojos en las cosas de arriba, no en la de este mundo y el cielo atraerás a tu favor.
Seamos uno, como El y su Padre son uno, y aprendamos la obediencia. Obedecer es mucho mas que establecer normas y ejecutarlas, es dar la vida como lo hizo Jesús.
Hoy, le decís a la gente que tiene que sacrificar una hora para asistir a ser discipulados por un maestro y te dice: “no tengo tiempo”, y luego le dicen a Dios porque me pasa esto a mí… ¿tan pobre es nuestro evangelio?
Vivamos para agradarle, saquemos lo que no sirve, nos humillemos, reconozcamos nuestros errores y le pidamos sanidad, hablemos en su idioma y El nos oirá.
Les amo en el amor de Jesús, estoy para servirles. Hasta la próxima semana.
Pastora Alicia Pérez Rosa